Se puede definir la congruencia como la « forma de estar » del consejero cuando sus intervenciones durante la entrevista están en armonía con las emociones y pensamientos que el cliente le suscitó.

Esto implica que el consejero tiene que estar atento a sus propias emociones internas y abierto a aceptarlas. De hecho, Rogers desarrolla una hipótesis diciendo que " lo que facilita el cambio de la persona es cuando el terapeuta, es lo que es (es él mismo) ", cuando su relación con el cliente es auténtica, sin máscaras ni fachadas, cuando llega a expresar abiertamente sus sentimientos y actitudes que invaden su interior en ese preciso instante.

La congruencia del terapeuta va, en cierto modo, a dar paso a que aflore la del cliente. Por otra parte el consejero, aporta una especie de espejo que refleja los efectos posibles que pueden provocar la actitud y la conducta del cliente, todo ésto durante una relación interpersonal en la que la integridad y el profesionalismo del consejero garantizan que éste último no ponga en juego sus propias neurosis. A su vez, ésto hace que a menudo, el cliente pueda entrar en contacto más fácilmente con sus propios sentimientos.

Tenemos que preguntarnos :

• ¿Al expresarme de esta manera, le estoy comunicando al otro la imagen de lo que soy ?
• ¿Cómo puedo hacer la diferencia entre mis propias reacciones y las del otro ?
• ¿Cómo puedo darle permiso a otra persona a que se dé cuenta de lo que soy y de que me accepte tal cual ?

• Si me puedo mostrar tal como soy y si puedo reconocer y aceptar mis propios sentimientos, entonces puedo favorecer el crecimiento y el desarrollo del otro.
• Si le puedo revelar al otro ciertos aspectos de mi personalidad, que de todas formas ya habrá visto, entonces se podrá aceptar mejor él mismo.